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Historia del castillo: una historia de mujeres…

Château de l'Hérissaudière - Pernay, en Touraine - peinture historique

Érase una vez en el centro del reino de Francia de grandes bosques repletos de caza que bordeaban un río majestuoso, el Loira… Dada la luz y la pureza del aire de estas orillas, el rey y sus cortesanos, apasionados de las monterías, se harían construir castillos. Con el paso de los años y en función de la evolución de los estilos de vida y las mentalidades, el aspecto de estas residencias ha ido cambiando. (El castillo de Langeais es un perfecto ejemplo).

La leyenda cuenta que entre Tours, villa real, y precisamente Langeais, ahí, en medio de los bosques, surgió una fuente sagrada que incitaba al reposo. Hacia 1550, la conocida amante del rey Enrique II, Diana de Poitiers, la habría elegido para construir su residencia de caza…

Un siglo más tarde, en 1642, la esposa del gran regidor (alcalde) de Tours y consejero del rey, habría adquirido las tierras y ordenado edificar el Hérissaudière. Así, esta cómoda casa solariega pasaría a ser la residencia de verano de la familia, de los encargados del control general de finanzas o del magistrado de Tours durante generaciones.

A comienzos del siglo XIX, los gustos cambiaron: se abandonó el estilo del siglo XVII y se añadió una fachada de estilo típicamente Directorio orientada al sur para aprovechar el sol, comunicarse con la naturaleza y… ver crecer las secuoyas recién plantadas. Entre las dos guerras, con las secuoyas aún en su sitio, al igual que la fuente, la residencia se “quedó demasiado pequeña”. Por ello, en 1932, se añadieron dos alas… asimétricas y Art Déco, ¡por supuesto!

Durante la última guerra, las secuoyas vieron a la casa convertirse, durante un breve periodo de tiempo, en Embajada de Canadá. Actualmente, tras muchas peripecias, se trata de una propiedad de siete hectáreas… ¡en la que las secuoyas siguen en su sitio! En verano, dan sombra a un tapiz de ciclaminos silvestres y… ¡a nuestros huéspedes! Indefectiblemente, estos se rinden ante el encanto de la propiedad… como si sus piedras transmitieran el amor de las generaciones que han querido, con pasión, darle vida.

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